Con Vittory y Javi y nuestra cara de sueño poco antes de la salida.
En mi último maratón (el 4º de mi corta experiencia), el de Berlin 2010 (26 sept), el estado de ánimo volvio a ser el mismo. En esta ocasión, a las 8:45 de la mañana en Tiergarten, con la puerta de Brandemburgo a la espalda, a escasos 150 metros (pero de la que me separaban 42 km si corria como me decía la organización: "to p'alante"), era consciente de que no había estudiado lo suficiente. Apenas 10 semanas de entrenamiento con paron por una rotura de fibras en el gemelo izquierdo de tres semanas -de la 6 a la 9-, y para colmo en pleno verano murciano, que como os imaginais no es el ideal para hace rodajes o series entre las 10 de la mañana y las 8 y pico largas de la noche, salvo que uno quiera salir en el periódico al día siguiente en la sección de "a quién se le ocurre"....
Quizá por ello me encontraba más tranquilo de lo normal. El no tener la presión de haberte esforzado te dá la tranquilidad de que cualquier recompensa será bienvenida. En mi caso terminar era el objetivo y terminar sin molestias ni secuelas era el deseo. Aún así los nervios propios de una carrera y de no querer ni fallar ni sufrir, hacían mella (y lo hicieron durante todo el recorrido) como de costumbre, bueno no, un poquito más.
Entre las 9:00 y las 9:20, tras la suelta de globos verdes del patrocinador, que por culpa de la lluvia y el viento no ascendieron y algunos hasta se acercaron a despedirnos y a divertirnos unos minutos, comenzabamos a trotar los 40.000 corredores, por orden de mejores tiempos en la inscripción, y a descubrir, una por una, las 42 preguntas de este largo examen. A por ello.
Empiezan a verse los primeros "cadaveres", algunos andando, otros parados, incluso otros recibiendo masaje en las piernas en camillas que la organización puso al efecto. Dios mio que tentación.... la vista borrosa por el cansancio, el sudor y la lluvia hacía que se apareciera ante mi jovenzuelas fisioterapeutas alemanas vestidas de diablillo rojo diciendome con el dedo y la mirada "ven... mira que colchoncito caliente, ¿un masaje en las piernas?"... uf, uf... sigamos..
Mis piernas se quejan pero no lo suficiente como para hacerme parar o bajar el ritmo. Incluso en los últimos kms, a partir del 36 decido apretar un poco, pero se queda en una bonita declaración de intenciones...aunque claro, voy tan justito y pendiente de mis poco entrenadas piernas que cualquier esfuerzo por no desfallecer ni bajar el ritmo supone "apretar".
Pero si, a partir del 40, cuando el rumor de la puerta de Brandemburgo ya empieza a oirse, ese apretar se hace real, es cierto, aunque solo sean unos segundos, voy adelantando a otros corredores y mis piernas se vienen arriba.
El último km es emocionante. Tantas semanas dándo vueltas a si me presentaba o no, y apenas 8 dias atras había tirado la toalla por la lesión, y ahora estaba cumpliendo un objetivo, en 3 horas y 49 minutos. No es mi mejor tiempo pero si mi mayor alegría al cruzar la meta. Estoy eufórico, contento, es un punto de inflexión importante en mi manera de afrontar carreras. Termino con muchas ganas de afrontar y preparar la siguiente.
Felicidades por disfrutar en Berlín.
ResponderEliminarLo de la bolsa del corredor es patético en casi toda Europa ¡unos ratas!
Gracias!!! La verdad es que si, lo de la bolsa es patético. Se que debemos fijarnos en la organización, los voluntarios, y todo el coste que suponen el tinglado. Si pagas 80 pavos por la bolsa y no te dan nada pues vale, pero no me hagas pagar 20 euros por una m de camiseta (literal), y además muy fea. Abrazo!!
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